El día 11 de marzo de 2021 podría haber sido un día más de la vertiginosa ciudad de Londres. Pero la famosa casa de subastas Christie’s se encargaría de marcar ese día dentro de los anales de la historia moderna. Aquel día se llevará a cabo una operación sin precedentes, la venta de una obra digital por la friolera suma de 69 millones de dólares. Así. la obra digital creada por Beeple (Mike Winkelmann), «Everydays – The First 5000 Days», se convertiría en el primer bombazo de los NFTs.
Suena incluso surrealista, un conjunto de bits (creación digital) que fácilmente pueden ser copiados, pegados y almacenados en la mayoría de los dispositivos electrónicos, vendiéndose por grandes sumas de dinero. Sin embargo, al ser representados como un NFT, se les proporciona de un conjunto de propiedades muy preciadas por nuestra sociedad, como son: la exclusividad, el estatus, la propiedad o, por qué no, el lujo.
Pero ¿qué es un NFT?
Un Token no fungible (Non Fungible Token, NFT) es un activo digital que representa un objeto del mundo real o digital, tales como: un bien raíz, una canción, arte, videos o una persona de un videojuego.
De esta manera, un token representa un objeto único, irrepetible e indivisible. El cual está cifrado y vinculado a una cadena de bloques. Es decir, han sido desarrollados mediante la tecnología blockchain, la que garantiza autenticidad y pertenencia a un único dueño.
La tecnología que lo respalda está fundamentada principalmente por contratos inteligentes (Smart Contracts), característica impulsada por Ethereum, y el cual permite, entre otras cosas, almacenar metadatos que permiten garantizar la autenticidad de un NFT. Metadatos que variarán de acuerdo con el activo subyacente al token. A modo de ejemplo, algunos datos posibles de ser resguardados: autor, características, enlaces, precio, descripción, entre otros.
Todo esto es posible gracias a la confianza y transparencia otorgada por blockchain, al ser descentralizada y con altos estándares de seguridad. Lo que permite, en definitiva, que un NFT es autentico, indestructible e infalsificable.
Panacea de coleccionistas y especuladores
No solo Beeple ha podido atraer una gran cantidad de dinero a través de la venta de sus obras digitales. Los NFTs han movilizado a múltiples coleccionistas para satisfacer sus particulares gustos. Algunos casos que hemos conocido durante los últimos tiempos:
- Jack Dorsey, CEO de twitter, anunció la venta del que fuera el primer tweet de la historia por 2,9 millones de dólares.
- Por 107.000 euros se vende el primer SMS, el cual fue enviado por el operador Vodafone el 3 de diciembre de 1992.
- Joven estudiante indonoseio de 22 años vende las más de 1000 selfies, capturadas durante 4 años de su vida, por un millón de dólares.
- Berners-Lee vende el código original del primer navegador web por 5,4 millones de dólares.
La lista continua y es bastante larga. Y, de la misma manera que ha sucedido con la mayoría de las criptomonedas, los NFTs han representado un buen caldo de cultivo para los especuladores.
El sinnúmero de posibilidades de poder ser el único dueño de algún activo, despierta a muchos la necesidad de realizar una inversión en una etapa temprana, pensando en la posibilidad de revender posteriormente a precios más elevados.
Con resultados desastrozos en muchos casos, en donde se adquieren activos no solo de dudosa habilidad artística, sino también, inútiles y carentes de sentido.
…mas allá del arte
Si bien este hype producido por los NFTs puede suscitar suspicacias, lo verdaderamente interesante son las posibilidades que se abren.
En un futuro cercano no será extraño ver personas adquiriendo bienes inmuebles cerrando un contrato mediante un NFT o la aplicación de tokens que representen un resguardo de: licencias de software, certificados de nacimiento, diploma universitario y un enorme etc.
Quizás solo estamos viviendo el hype de los NFTs en el mundo artístico, impulsado especialmente por coleccionistas y especuladores. Pero de lo que no hay duda es que las nuevas posibilidades de aplicación de la tecnología bloackchain, nos encaminará a un inevitable tokenización de las cosas (ToT).
